ESTUDIOS
El relato histórico como instrumento del totalitarismo en Hispanoamérica y en España The historical narrative as an instrument of totalitarianism in Hispanic America and Spain
DOI: https://doi.org/10.69592/3020-8378-N2-ABRIL-2025-ART-7
Santiago Leyra-Curiá
Universidad Villanueva. Área de Derecho
Resumen: Analizamos el uso del relato histórico en Hispanoamérica y España como instrumento del totalitarismo. Los regímenes políticos del s. XX en los que el Estado concentraba todos los poderes en un partido único y controlaba las relaciones sociales bajo una sola ideología oficial pueden continuar en otros sistemas, de apariencia más o menos democrática, que en el s. XXI utilizan la historia para fijar una ideología que controle todas las relaciones sociales e inspire las leyes. La leyenda negra española y la memoria democrática nos parecen dos ejemplos de la manipulación de la historia con objetivos totalitarios.
Abstract: We analyze the use of the historical narrative in Latin America and Spain as a instrument of totalitarianism. The political regimes of the 20th century in which the State concentrated all powers in a single party and controlled social relations under a single official ideology can continue in other systems, more or less democratic in appearance, which in the 21st century use history to fix an ideology that controls all social relations and inspires laws. The Spanish black legend and the democratic memory seem to us to be two examples of the manipulation of history with totalitarian objectives.
Palabras clave: Relato histórico. Leyenda negra. Hispanoamérica. Memoria democrática. España.
Keywords: Historical account. Black legend. Hispanic America. Democratic memory. Spain.
I. Introducción
«El que controla el pasado controla el futuro; y el que controla el presente controla el pasado» es una frase de la célebre novela 1984 de George Orwell1. Con estas palabras, el lúcido y valiente escritor británico reflejaba la pretensión de los totalitarismos del s. XX de dominar el relato histórico al servicio de sus intereses de poder y de dominio.
Al terminar el primer cuarto del s. XXI, nos encontramos con que desgraciadamente los sistemas totalitarios no son exclusivos del pasado s. XX, sino que continúan en nuestro siglo y parece que nos seguirán acompañando en el futuro. Aquellos siniestros regímenes políticos del s. XX en los que el Estado concentraba todos los poderes en un partido único (el comunista, el fascista, el nacionalsocialista o como se llame en cada ocasión) y controlaba las relaciones sociales bajo una sola ideología oficial no han desaparecido del escenario.
En la actualidad observamos que alrededor de un 40 % de la población mundial vive bajo sistemas dictatoriales2 como los regímenes de Ashraf Ghani Ahmadzai de Afganistán, de Abdelmadjid Tebboune de Argelia, de João Lourenço de Angola, de Ilham Aliyev de Azerbaiyán, de Hamad bin Isa Al Khalifa de Bahrein, de Hasina de Bangladesh, de Alexander Lukashenko de Bielorrusia, de Haji Waddaulah de Brunei, de Évariste Ndayishimiye de Burundi, de Hun Sen de Camboya, de Paul Biya de Camerún, de Faustin Archange Touadera de la República Centroafricana, de Idriss Deby de Chad, de Xi Jinping de China, de Félix Tshilombo Tshisekedi de la República Democrática del Congo, de Denis Sassou Nguesso de la República del Congo, de Miguel Díaz-Canel de Cuba, de Ismaïl Omar Guelleh de Yibuti, de Abdel Fattah al-Sisi de Egipto, de Teodoro Mbasogo de Guinea Ecuatorial, de Isaias Afwerki de Eritrea, de Abiy Ahmed de Etiopía, de Albert-Bernard Bongo de Gabón, de Ali Khamenei de Irán, de Barham Salih de Irak, de Kassym-Jomart Tokayev de Kazajstán, de Bounnhang Vorachith de Laos, de Nouri Abusahmain de Libia, de Min Aung Hlaing de Birmania, de Daniel Ortega de Nicaragua, de Kim Jong-un de Corea del Norte, de Qaboos bin Said Al-Said de Omán, de Tamin Al Thani de Qatar, de Vladimir Putin de Rusia, de Paul Kagame de Ruanda, de Abdullah Aziz Al Saud de Arabia Saudita, de Mohamed Abdullahi Mohamed de Somalia, de Salva Kiir Mayardit de Sudán del Sur, de Abdel Fattah Abdelrahman Burhan de Sudán, de Mswati III de Eswatini/Suazilandia, de Bashar al-Assad de Siria, de Emomalii Rahmon de Tayikistán, de Losang Jamcan del Tíbet, de Recep Tayyip Erdoğan de Turquía, de Gurbanguly Berdimuhammedow de Turkmenistán, de Yoweri Museveni de Uganda, de Sheikh Khalifa Nahyan de los Emiratos Árabes Unidos, de Shavkat Mirziyoyev de Uzbekistán, de Nicolás Maduro de Venezuela, de Nguyễn Phú Trọng de Vietnam, de Brahim Ghali del Sáhara Occidental y de Abd Al-Hadi de Yemen3.
Aparte de larga lista de dictaduras citada, hay países democráticos en los que los políticos en el poder pueden realizar y realizan de hecho prácticas propias de sistemas totalitarios. Una de esas prácticas es utilizar la historia para fijar una ideología y una versión oficial de la historia que sea la única aceptada y controlar así todas las relaciones sociales e inspirar las leyes y costumbres de un país en una determinada dirección política. En este artículo, nos fijamos en dos ejemplos cercanos a nuestro entorno cultural: el uso del relato histórico en Hispanoamérica y España como instrumento del totalitarismo. La leyenda negra española (impulsada inicialmente por Inglaterra y Francia para hacer frente al predominio español en el s. XVI pero asumida después por españoles e hispanoamericanos con intereses políticos y económicos a menudo espurios) y la memoria democrática española (entendiendo por ésta la articulación de políticas públicas que dicen querer cumplir los principios de Verdad, Justicia, Reparación y garantías de no repetición para quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura del General Franco en el s. XX4) nos parecen dos ejemplos de la manipulación de la historia con objetivos totalitarios. Esto es lo que trataremos de explicar brevemente en las siguientes páginas.
II. La importancia del relato para enmarcar la propia posición en la historia
Se ha convertido en un tópico hablar de la importancia capital del relato en la comunicación política. El relato no es nada más que la voluntad de transmitir un mensaje utilizando la estructura narrativa. Y cuando hablamos de un mensaje en realidad estamos hablando de nuestro «punto de vista»5.
¿Por qué es tan importante la narrativa en comunicación? Porque desde el principio de los tiempos la humanidad, cuando ha querido transmitir cualquier hecho importante, acontecimiento o cambio a las siguientes generaciones, lo ha hecho utilizando la estructura narrativa clásica: presentación, desarrollo y desenlace. Se comienza presentando y poniendo en contexto la historia, se describen los hechos y se termina con un desenlace que es el mensaje que se quiere transmitir. Es lo que algunos llaman moraleja, lección de vida o enseñanza. Esta estructura narrativa tan sencilla, al ser utilizada desde los comienzos, nos resulta familiar y es muy eficaz en comunicación. Siempre que se transmite el mensaje utilizando esta estructura narrativa éste es más fácil de entender, más fácil de recordar y más fácil de transmitir a otros.
El relato, en política, no es solo una historia ni es solo un discurso. Es explicar quiénes somos, qué nos hace diferentes y cuáles son nuestros objetivos. Por esto, al hablar de relato nos referimos a la estructura narrativa simple, pero también hablamos de la estructura temporal: de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos. Las dos estructuras han de ir de la mano a la hora de construir un buen relato político.
Cuando contamos «de dónde venimos» describimos los momentos importantes de nuestra trayectoria que explican cómo hemos llegado hasta el día de hoy. Es importante decidir dónde empieza el relato porque este momento inicial da sentido a todo el relato y debe ser coherente con el «hacia dónde vamos» del final. Y también es importante que los momentos del pasado que seleccionemos sean ciertos y reconocidos por el público al que nos dirigimos. El «dónde estamos» es el momento actual, que puede haber empezado hace dos días, hace ochenta años o cuatro siglos. Finalmente, el «hacia dónde vamos» es el mensaje, el proyecto político del candidato o del partido gobernante. Hacia dónde se quiere llevar el país. Este «hacia dónde vamos» da sentido al relato político. Buena parte de la importancia del uso de la narrativa en política trata de esto, de dar sentido a lo que se hace y se propone. ¿Hacia dónde se quiere llevar el país o la ciudad en los próximos diez o quince años? ¿Cuál es el reto al que nos enfrentamos?
Cuando se construyen relatos, en cierta manera se está haciendo ficción, basada en hechos reales pero seleccionados para dar sentido a lo que se quiere transmitir y ordenados dentro de la lógica temporal.
En las sociedades occidentales, las elecciones hace tiempo que han dejado de ser confrontaciones de programas electorales para convertirse en una confrontación de relatos. Son relatos personales que representan dos o más visiones diferentes del país y del mundo, se basan en valores diferentes y tienen en cuenta los temas claves de cada elección.
Un paradigma de la construcción del relato del candidato es el Partido Republicano de Estados Unidos de América. En las últimas elecciones, el candidato republicano siempre ha tenido un relato personal que encajaba con una visión muy clara del país y, sobre todo, con el contexto político del momento, en los temas clave de cada elección, así como en los valores de la derecha norteamericana. Así, John Mc Cain (2008) era un héroe de guerra en un momento en el que los EE. UU. estaban inmersos en las guerras de Afganistán e Irak. Mitt Romney (2012) era el gran gestor que había salvado los juegos olímpicos de invierno de Salt Lake City, en un contexto de gran crisis económica. Y Donald Trump (2016 y 2024) es el hombre contra el poder establecido en un contexto de populismo y de malestar generalizado contra la política tradicional6.
Esto es solo un ejemplo de la importancia del relato en la política norteamericana, pero también supone que una historia ha de transmitir todo aquello que antes transmitían los partidos, el programa y el equipo. Casi nadie recuerda las principales propuestas de los candidatos a la presidencia, pero todos recuerdan el relato de cada uno de ellos. Más allá de las elecciones, también hay un relato de todos y cada uno de los fenómenos políticos que se suceden. Hay una lucha entre relatos, entre diversas visiones sobre lo que va sucediendo y siempre hay uno que se acaba imponiendo en la opinión pública. Y esto no es cuestión del azar sino de método y visión.
Si esta técnica del relato la aplicamos a la historia de un país, de manera que se consiga establecer una especie de «historia oficial» en la que hay unos buenos y unos malos, puede resultar muy eficaz a la hora de conseguir un predominio ideológico y una permanencia prolongada en el poder. No hay inconveniente en que cada uno cuente la historia de su país de la forma que considere oportuno, en función de lo que ha leído, escuchado o vivido. Y es comprensible que los partidos políticos utilicen lo mejor que saben la comunicación política para transmitir sus mensajes. El problema surge cuando una persona o un grupo político utiliza los fondos, las instituciones y el sistema educativo públicos para imponer un relato oficial que convenga a sus intereses políticos.
En una verdadera democracia, el poder político no debe establecer una verdad ni una historia oficial en la que su opción política aparezca como la única aceptable y saludable para la vida del país, al mismo tiempo que usa todos los recursos públicos y todo el poder del Estado para situar a los partidos de la oposición y a los ciudadanos que los apoyan como enemigos del bien de la nación. Este maniqueísmo político atenta directamente contra el pluralismo ideológico y político necesario para que pueda hablarse de una democracia sana y no de un sistema que está instalado en el totalitarismo o se dirige hacia él.
Como hemos anunciado, en los siguientes apartados hemos seleccionado dos ejemplos de relatos históricos que se han utilizado y se utilizan en diversos países hispanoamericanos y en España con fines y consecuencias totalitarias o cuasi totalitarias.
III. La leyenda negra como justificación de los actuales totalitarismos en Hispanoamérica
La leyenda negra española se refiere como sabemos a una tendencia historiográfica que atribuye características negativas a ciertos eventos de la Historia de España, criticando con ello a los españoles y, por extensión, a los hispanoamericanos7. Sus críticos ven en esta tendencia una manifestación de propaganda antiespañola o hispanofóbica y anticatólica. Su origen se remonta al siglo XVI, viéndose muy difundida como producto de la rivalidad frente al Imperio Español de parte de otros imperios o potencias de la época, como el imperio británico y el neerlandés8. Su uso contemporáneo sirvió al expansionismo de los Estados Unidos de América9.
La opinión de los académicos está dividida en este punto. Para autores como Iván Vélez Cipriano e Ignacio Ruiz Rodríguez esta visión tiene plena vigencia en la actualidad a través de doctrinas o movimientos políticos que afectan a los países hispanohablantes10. En cambio, para otros como Ricardo García Cárcel y Henry Kamen la leyenda negra española tal y como la hemos descrito no existe hoy en día11.
Es habitual atribuir la paternidad del término «leyenda negra» a Julián Juderías, pero el origen exacto del término nos es desconocido. Al menos Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez emplearon el término en el sentido actual antes que Juderías, pero él sería su gran difusor y quien describe en 1914 el concepto en su libro La Leyenda Negra como:
[...] el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas12.
Para el filósofo Julián Marías, la leyenda negra es un hecho muy inusual a lo largo de la Historia Universal, y la describe del siguiente modo:
La Leyenda Negra consiste en que, partiendo de un punto concreto, que podemos suponer cierto, se extiende la condenación y descalificación de todo el país a lo largo de toda su historia, incluida la futura. En eso consiste la peculiaridad original de la Leyenda Negra. En el caso de España, se inicia a comienzos del siglo XVI, se hace más densa en el siglo XVII, rebrota con nuevo ímpetu en el XVIII —será menester preguntarse por qué— y reverdece con cualquier pretexto, sin prescribir jamás13.
El historiador Sverker Arnoldsson de la Universidad de Gotemburgo, en su libro La leyenda negra. Estudios sobre sus orígenes, coloca el origen de la leyenda negra en la Italia medieval, al contrario que otros autores anteriores que lo sitúan en el siglo XVI14. Un segundo origen de la Leyenda negra lo sitúa Arnoldsson en Alemania, donde Lutero sintió una evidente enemistad por España: por identificarla con el papismo, por su antisemitismo, ya que consideraba a los españoles descendientes de los judíos, y por su temor a una invasión española y turca, pueblos que consideraba próximos a Alemania15.
El historiador Philip Wayne Powell añade un tercer origen entre los judíos expulsados de España, a partir de la expulsión de 1492 pues, aunque habían sido expulsados anteriormente de casi todos los países europeos, en ningún otro habían tenido durante la Edad Media tanto arraigo, llegando a vivir en España lo que se ha llamado una Edad de Oro del judaísmo16.
Diversos historiadores han señalado asimismo la importancia de la singular autocrítica española, tanto en el siglo XVI como en la época moderna, en la génesis de la leyenda negra. Autocrítica que no tiene comparación con la presente en otros países, tanto en el siglo XVI como en las colonizaciones posteriores17.
Los ataques a la Inquisición y a la Iglesia católica formaron parte de una guerra de propaganda entre católicos y protestantes, que se desarrolló a partir de finales del siglo XVI y que obviamente afectó a España como principal potencia católica de la época18. Es en los Países Bajos con Guillermo de Orange donde todos los hilos mencionados se unen por primera vez en uno de los ataques propagandísticos más violentos de la historia contra el imperialismo español19. Más tarde, el antihispanismo inglés se basó en razones de naturaleza moral más que intelectual, al contrario que el flamenco, y en una asombrosa creencia en la maldad inherente de los españoles20.
El antiespañolismo apareció a su vez en Portugal a raíz de la toma del poder de Felipe II en ese país en 158021. Por otra parte, las relaciones de vecindad entre Francia y España han sido a menudo difíciles y esta variable enemistad se expresaba en ambos países en textos diversos, llegándose a hablar de una «antipatía natural» entre los dos pueblos. Las críticas francesas no hubiesen tenido mayor trascendencia si Francia no se hubiese convertido durante la Ilustración en el centro intelectual de Europa. La preeminencia cultural de Francia en Europa y después en América del Norte fijó el tono del prejuicio antiespañol, e incluso antihispano, de la interpretación histórica predominante en los siguientes dos siglos22.
El historiador Enrique Moradiellos sitúa la transformación de los tópicos de la leyenda negra durante la guerra de la Independencia, cuando los ingleses encontraron de repente un aliado contra Napoleón en el pueblo español. Todos los tópicos negativos de la leyenda se volvieron positivos en la llamada leyenda «amarilla»: «la crueldad hispana se convirtió en valentía indómita, el execrable fanatismo devino pasión indomable, y la soberbia altanera se hizo orgullo patriótico e individualista»23.
Tras la unificación de Italia, muchos historiadores italianos pasaron a narrar de manera negativa la época en la que parte de la península italiana había formado una unión dinástica con España24. A comienzos del siglo XIX aparece en España y Francia una escuela de historiadores liberales que comenzaron a hablar de la decadencia española, considerando a la Inquisición responsable de esta decadencia económica y cultural y de todos los males que aquejaban al país. Otros historiadores europeos retomarían el tema más tarde, manteniéndose esta posición en algunos —arraigando especialmente en los nacionalismos periféricos— hasta la actualidad25.
Hacia 1875 estalló la polémica sobre la ciencia española. Mientras que los intelectuales liberales como Núñez de Arce, Manuel de la Revilla o Gumersindo de Azcárate acusaban a la Inquisición y a la Iglesia católica de ser las responsables de la decadencia española, salió en defensa de la «esencia de España» un joven Menéndez Pelayo, con escritos como «Mr. Masson redivivo» y «Mr. Masson redimuerto», en los que defendía que, aunque España no había producido genios en el campo de las Ciencias Naturales, la religión no había tenido nada que ver con ello. De hecho, Menéndez Pelayo defendió la Inquisición afirmando que había sido necesaria para garantizar la seguridad del Estado y evitar las guerras de religión que habían asolado el resto de Europa26.
Hacia finales del siglo XIX, todos los españoles tenían ya un sentido de inferioridad respecto a Europa. La reacción a la percepción de decadencia se puede distribuir en tres grupos principales27:
-España y los países latinos representarían una civilización original, más individualista, apasionada e imaginativa que, aunque sin tanto progreso técnico y científico, no se debía considerar inferior a las demás. Su mayor exponente es Miguel de Unamuno, caracterizado en su famoso «¡Que inventen ellos!», que consideraba que, si los españoles no tenían especial talento para la técnica y las ciencias, debían concentrarse en los avances culturales y sociales y adoptar los avances técnicos del extranjero.
- Un segundo grupo acusaba a la intolerancia representada por la Inquisición, la Contrarreforma y los Habsburgo de la decadencia española. Entre ellos se incluyen los regeneracionistas, los krausistas y los republicanos de 1931. Su propuesta de solución era la secularización, el estudio de las ciencias y la promoción de la técnica, la democratización y liberalización, que sacaría a España de entre las «naciones moribundas», donde la había colocado el primer ministro británico Salisbury en un discurso de 1898, mediante el acercamiento a Europa. Santiago Ramón y Cajal se inspiró en el modelo japonés para salir de la decadencia a través de la ciencia y la técnica, tendencia que siguieron también Maeztu y Azorín.
- Por último, los llamados neocatólicos afirmaban que era Europa la que se había desviado de camino correcto debido a la Reforma protestante, que había destruido la unidad espiritual de la cristiandad, provocando la indiferencia religiosa y la secularización. Esta línea de pensamiento sería asumida en el s. XX por el nacionalcatolicismo de la dictadura franquista.
La leyenda negra llegó a Estados Unidos de la mano de los primeros colonos puritanos, que se auto percibían como la avanzadilla protestante destinada a liberar a los indios de la opresión y la crueldad de los españoles. Al alcanzar su independencia, los Estados Unidos pasaron a ser un rival territorial de España en América, tanto en la frontera con Nueva España, como en Florida, el Misisipi o Nueva Orleans, puerto que los estadounidenses ambicionaban para dar salida a sus productos del oeste. Las ideas ilustradas y liberales que se habían introducido en Estados Unidos en el siglo XVIII, se unieron a sus comunes intereses con las nuevas repúblicas que nacían en el sur, aumentando así el sentimiento antiespañol28. Este sentimiento llegó a su culmen durante la guerra hispano-estadounidense, cuando la maquinaria propagandística de Hearst y Pulitzer, puesta en marcha por sus imperios periodísticos, influyeron de manera decisiva en la opinión pública de su país.
A lo largo del siglo XIX estas antipatías antiespañolas de Estados Unidos se dirigieron contra México, a consecuencia de la guerra de independencia de Texas y posterior anexión al ambicioso vecino del norte. Los anglosajones caracterizaron entonces a los hispanoamericanos como herederos de la católica España y difundieron un relato racista en el que el color de piel más oscuro de la mayoría de los mexicanos evidenciaba una supuesta «degeneración por la mezcla con indios y negros»29. Durante y tras la guerra civil española de 1936 a 1939 la leyenda negra tuvo cierto eco entre los críticos al régimen del General Franco, comunistas y anticatólicos, aunque el acento principal de las críticas era su carácter antifascista30.
Diversos historiadores e investigadores relacionan el surgimiento de la leyenda negra antiespañola y anticatólica con las llamadas «leyenda blanca» (Gibson), «leyenda rosa» (García Cárcel) o «dorada» (Blasco Ibáñez, Juderías), propagandistas de las conquistas y éxitos de la España católica31.
Las tensiones surgidas entre las clases altas de españoles criollos y peninsulares, es decir, los españoles nacidos en América y los provenientes de la península ibérica, son anteriores a la independencia de los países hispanoamericanos. Dichas tensiones eran fruto de los enfrentamientos por la explotación de las riquezas de las tierras y pueblos americanos y, en general, no afectaban a las clases más modestas. Hacia el año 1800 las ideas de la Ilustración francesa, con su anticlericalismo, su escepticismo y sus logias masónicas, habían sido asumidas con entusiasmo por la mayoría de los intelectuales americanos. Estas ideas asumían los postulados de la leyenda negra, identificando a España como «horrible ejemplo» de retraso y oscurantismo, como principal enemiga de la modernidad32.
En este caldo de cultivo, los rebeldes americanos pudieron usar la leyenda negra como arma de propaganda contra la metrópoli. Se publicaron manifiestos y proclamas citando y alabando a Bartolomé de Las Casas, poemas e himnos que describían la depravada naturaleza de los «españoles», cartas y panfletos diseñados para inflamar la causa patriótica de la independencia de los virreinatos españoles33. Uno de los primeros propagandistas fue Juan Pablo Vizcardo y Guzmán en su Carta dirigida a los españoles americanos por uno de sus compatriotas, acusando a España de la grave explotación sufrida y calificando la situación como «ingratitud, injusticia, servidumbre y desolación». Otro exponente es uno de los más famosos héroes de la independencia americana, Simón Bolívar, admirador del padre Las Casas, cuyos textos usaría muy a menudo, echó la culpa a los españoles (criollos y no criollos) de todos los pecados cometidos en América en los últimos 200 años, presentando a los criollos como él como víctimas «colonizadas». Será también uno de los primeros en denunciar el robo de la riqueza americana y exigir su devolución34.
Esta extendida mentalidad antiespañola triunfó durante los siglos XIX y XX entre las élites liberales, que proclamaron la «deshispanización» como la solución a todos los problemas nacionales35. El historiador Philip Powell sostiene que, como consecuencia de la denigración de la cultura española, se consiguió también denigrar la hispanoamericana a ojos propios y extranjeros. Esto ha producido un cierto desarraigo entre los pueblos americanos de muy negativas consecuencias36.
Más recientemente, la filóloga y exprofesora española de la Universidad de Harvard María Elvira Roca Barea ha sostenido que la leyenda negra antiespañola, como manifestación de hispanofobia, sigue vigente en el siglo XXI en Hispanoamérica y en España, como ya lo estuvo durante los dos siglos anteriores37. En la misma línea han escrito el profesor y politólogo argentino Marcelo Gullo en su libro Madre Patria38 y el historiador mexicano Fernando Cervantes en su obra Conquistadores: una historia diferente39. Por su parte, el periodista español Luis Español Bouché afirma que las consecuencias de la leyenda negra se pueden ver en diversos fenómenos culturales hispanoamericanos de las últimas décadas, como algunas ideas y corrientes del indigenismo o incluso en la reacción contra las inversiones españolas en Argentina (por ejemplo en los años 2000-2002)40, opinión compartida por el profesor español Javier Noya y expuesta en su estudio La nueva imagen de España en América Latina41.
La leyenda negra española ha sido el instrumento más importante utilizado por Estados Unidos en la guerra cultural que acometió contra España a finales del s. XIX y principios del s. XX42. Esa guerra cultural fue, por motivos distintos, continuada después por la Unión Soviética y más tarde, al caer el muro de Berlín, ha llegado al presente curiosamente a través de los movimientos de izquierda en España e Hispanoamérica en unión con las corrientes secesionistas de los nacionalismos periféricos y del indigenismo43. En el actual contexto español existen continuos y persistentes intentos de desprestigiar la historia de España por parte de los secesionistas catalanes y vascos44.
Finalmente, el relato antiespañol en Hispanoamérica ha sido usado y se usa todavía con eficacia por parte de diversos dirigentes totalitarios a lo largo del s. XX y lo que llevamos del XXI para desviar la atención de sus propios crímenes. Algunos ejemplos conocidos son: Cuba (Fidel Castro y sus sucesores siempre han utilizado el pasado, la reivindicación histórica afirmando con frecuencia que los españoles no hemos superado la arrogancia colonial45); Venezuela (aún se recuerda el famoso «¿por qué no te callas?» del Rey Juan Carlos I a Hugo Chávez cuando el dictador venezolano criticaba al expresidente Aznar durante una Cumbre Iberoamericana de 200746 o el actual apoyo al régimen de Nicolás Maduro del expresidente del Gobierno español José Luis Rdez. Zapatero47 siguiendo los pasos de los movimientos de izquierda de los que hablábamos antes); México (la reclamación constante del populista López Obrador al Rey de España para que pida perdón por la obra de España en América48); Nicaragua (el dictador Daniel Ortega ha afirmado en repetidas ocasiones que los Reyes de España fueron asesinos y el gobierno y los partidos españoles son fascistas que no han superado su pasado colonialista e imperialista49), etc.
IV. La memoria democrática y la manipulación histórica en España
En 1969, treinta años después de acabada la Guerra Civil española, Francisco Franco dictó el Decreto-Ley 10/1969, por el que prescribían todos los delitos cometidos antes del 1 de abril de 193950, fecha en la que terminó la contienda fratricida en España.
Con la llegada de la democracia en España se fueron promulgando una serie de decretos y leyes que trataron de compensar las penalidades y sufrimientos de quienes padecieron los crímenes de la guerra en el bando republicano o posterior prisión en la época franquista. Algunas de estas leyes fueron:
- Decreto 670/1976, de 5 de marzo, que regulaba pensiones a favor de los españoles que, habiendo sido mutilados a causa de la última contienda, no puedan integrarse en el cuerpo de caballeros mutilados de guerra por la patria.
- Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía para todos los actos de intencionalidad política considerados delitos por la legislación ejecutados hasta el 15 de junio de 1977, fecha de las primeras elecciones democráticas.
- Ley 5/1979, de 18 de septiembre, sobre reconocimiento de pensiones, asistencia médico-farmacéutica y asistencia social a viudas, hijos y demás familiares de los españoles fallecidos como consecuencia o con ocasión de la última guerra civil.
- Ley 35/1980, de 26 de junio, sobre pensiones a los mutilados excombatientes del bando republicano.
- Ley 6/1982, de 29 de marzo, de pensiones a los mutilados civiles de guerra.
- Ley 37/1984, de 22 de octubre, de reconocimiento de derechos y servicios prestados a quienes durante la Guerra Civil formaron parte de las fuerzas armadas, fuerzas de orden público y cuerpo de carabineros de la República.
- Disposición adicional decimoctava de la Ley 4/1990, de 29 de junio, de Presupuesto Generales del Estado para 1990, que determinó las indemnizaciones a favor de quienes sufrieron prisión como consecuencia de los supuestos contemplados en la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de amnistía.
- Real Decreto 39/1996, de 19 de enero, sobre concesión de la nacionalidad española a los combatientes de las Brigadas Internacionales en la guerra civil española.
Estas leyes, decretos y disposiciones fueron mejoradas y ampliadas por algunas comunidades autónomas.
Ya en este siglo, el programa electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para las elecciones generales de 2004 no incluía ninguna mención a la llamada «memoria histórica». Hablaba solamente de la creación de un Centro Estatal de Documentación e Investigación Histórica sobre la Guerra Civil y el Franquismo, en el apartado de cultura del programa51. Tampoco en su discurso de investidura, el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero mencionó la memoria histórica ni otros proyectos relacionados52.
Tres años después de formar Gobierno, se promulgó la ley 52/2007, de 26 de diciembre, conocida popularmente como Ley de Memoria Histórica, por la que se reconocían y ampliaban derechos para favorecer a quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura53. Esta ley partió del proyecto de ley aprobado por el Consejo de Ministros del 28 de julio de 200654, durante el mandato del socialista José Luis Rodríguez Zapatero (VIII y IX legislaturas) como presidente del Gobierno.
La ley de 2007 incluía el reconocimiento de todas las víctimas de la guerra civil española (1936-1939) y de la posterior dictadura del general Francisco Franco (1939-1975), la declaración de ilegitimidad de los juicios sumarios del franquismo, aprobaba ayudas a los represaliados y a los familiares de los fallecidos en defensa de la democracia hasta el 6 de octubre de 1977, ayudas a la localización, identificación y eventual exhumación de las víctimas de la represión franquista, la retirada de símbolos franquistas salvo razones artístico-religiosas, la despolitización del Valle de los Caídos, la concesión de la nacionalidad española a los Brigadistas Internacionales y a los hijos y nietos de exiliados y la creación del Centro Documental de la Memoria Histórica en la ciudad de Salamanca, en el que se integraría el Archivo General de la Guerra Civil.
La ARMH, asociación pionera en la exhumación científica de fosas comunes de asesinados en el franquismo, criticó que en su preámbulo el texto afirmara que la memoria de las víctimas del franquismo es personal y familiar, negando de ese modo que los delitos del franquismo fueron cometidos contra toda la sociedad y la humanidad y esquivando el deber del Estado de practicar políticas públicas que garanticen a las víctimas de los delitos más graves su derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación.
La insatisfacción con el texto de la ley de 2007 llevó a catorce asociaciones memorialistas a presentar el 14 de diciembre de 2006 una denuncia por cientos de desapariciones ante la Audiencia Nacional. Por su parte, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la Organización de las Naciones Unidas también se mostró crítico con algunos aspectos de la ley.
El Partido Popular y diversos medios de comunicación de ideología más conservadora criticaron estas iniciativas alegando que sólo servían para abrir viejas heridas55. Algún conocido periodista afirmó que con estas acciones el presidente Zapatero pretendía ganar la guerra civil que se enterró y superó con la Transición y establecer la legitimidad democrática en 1931 no en 197856.
A pesar de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, España fue amonestada en diversas ocasiones por el Consejo Europeo, que consideraba que en general esa ley no se cumplía y eran escasas las ayudas proporcionadas por el Estado a las víctimas y a sus familias. Se ha señalado que en países como Alemania el concepto de Memoria Histórica tiene una aplicación muy precisa: los campos de concentración que se crearon en la Segunda Guerra Mundial son ahora lugares de interés público que ayudan a replantear el pensamiento.
Por su parte, el hispanista inglés Paul Preston declaró: «El Valle de los Caídos no debe desaparecer (...). En España hay gente que confunde olvido con reconciliación y memoria con venganza. Si de mí dependiese, yo no habría hecho nunca esa Ley, pero soy un extranjero sin voz ni voto. A mí personalmente me resulta muy incómodo que se empiecen a hacer leyes sobre esas cosas»57.
En España, el historiador Santos Juliá afirmó: «Imponer una memoria colectiva o histórica es propio de regímenes totalitarios o de utopías totalitarias. Las guerras civiles solo pueden terminar en una amnistía general»58.
Al llegar en 2011 al gobierno el conservador Mariano Rajoy (X legislatura), los presupuestos dedicados a la Ley de Memoria Histórica se redujeron en 2012 en un 60 % y se suprimió la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura, cuya misión era coordinar las exhumaciones de los restos de los desaparecidos. La ley quedó en 2013 y 2014 sin dotación presupuestaria para su aplicación en los Presupuestos Generales del Estado59.
En diciembre de 2017, el Grupo Parlamentario Socialista presentó una «proposición de ley de memoria histórica y democrática» en el Congreso de los Diputados para modificar la Ley de Memoria Histórica60. En ella, proponía el establecimiento de una «Comisión de la Verdad», entre otras cosas, como «órgano temporal y de carácter no judicial con la finalidad de conocer la verdad de lo ocurrido (...)» (art. 6.1).
Ante esta propuesta, más de 200 personalidades apoyaron con su firma el Manifiesto por la historia y la libertad61, contrario a dicha proposición de ley por ser «de tipo soviético», «reabrir viejas heridas» y buscar imponer un «pensamiento único». En el manifiesto se afirma:
No se puede imponer por una ley un único relato de la historia, ya que ninguna ley debe o puede variar los hechos históricos. No se debe borrar por una ley la cultura, el sentimiento ni la memoria de un pueblo y menos aún por razones ideológicas (...). Legislar sobre la historia o contra la historia es, simplemente, un signo de totalitarismo. Y es antidemocrático y liberticida (...). Con la implantación de una «Comisión de la Verdad», amenaza con penas de cárcel, inhabilitación para la docencia y elevadas multas a quienes mantengan opiniones divergentes a la ‘verdad única’, la destrucción y quema de las obras o estudios declarados no ‘gratos’ y la expropiación, destrucción o transformación de una parte del patrimonio histórico-artístico de la etapa más reciente de España.
Algunos autores han visto similitudes entre la «Comisión de la Verdad» propuesta en la proposición de ley y el célebre «Ministerio de la Verdad» que aparece en la novela distópica 1984 publicada en 1949 por George Orwell62.
El 15 de septiembre de 2020, el Consejo de ministros del gobierno socialista de Pedro Sánchez (XIV legislatura) presentó un «anteproyecto de Ley de Memoria Democrática» para, en palabras de la vicepresidenta y ministra de Memoria Democrática Carmen Calvo, «encontrarnos con la verdad, la justicia, la dignificación de las víctimas, el perdón y la convivencia de los españoles» y aplicar así las recomendaciones de Naciones Unidas63, el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo64.
El texto prevé a lo largo de sus 66 artículos medidas en varios ámbitos, como la actualización de programas escolares, la regulación de lugares de memoria o el impulso a la búsqueda y apertura de fosas comunes.
Finalmente, la Ley de Memoria Democrática entró en vigor en España el 20 de octubre de 202265.
El líder del Partido Popular, principal partido de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, calificó la ley de «desmemoria» y afirmó que persigue «el enfrentamiento y se basa en el rencor». También argumentó que en su elaboración y aprobación ha intervenido el partido EH Bildu, «los herederos de la banda terrorista ETA». «No debe extrañar que quienes ahora comparten la ideología de los asesinos pugnen por escribir la historia para hacer ver que en el fondo tenían razones para asesinar», pero «asombra y escandaliza que un gobierno democrático lo admita, lo promueva y lo pacte». Provoca «una profunda repugnancia que sean ellos quienes dicten al gobierno democrático los términos de la memoria democrática», señaló. «En estas condiciones, ni es memoria ni es democrática. Se trata de un episodio indigno de nuestra democracia», subrayó66.
Tras la aprobación por el Senado, Feijóo declaró: «Nos comprometemos a derogar la llamada Ley de memoria democrática, que atenta contra el espíritu de la Transición. Bildu no puede ser el notario que reescriba la Historia de España»67. Por su parte José María Aznar, expresidente del Gobierno y del PP, incidió en el mismo argumento: «ni una sola coma que hubieran puesto en una ley que habla de memoria sería aceptable [para el PP] y no lo será»68. Durante la discusión en el Senado, la senadora del PP Amelia Salanueva afirmó que la ley es «un arma arrojadiza» y una «traición a los españoles» que «pretende convertirnos en una democracia militante de izquierdas». Por su parte, su compañera Salomé Pradas acusó al Gobierno de «reescribir la historia» y de «reabrir heridas del pasado».
Asimismo, el ponente del partido Ciudadanos en la Comisión Constitucional del Congreso que dictaminó el proyecto de ley, Guillermo Díaz, el mismo día en que lo aprobó el Congreso de los Diputados declaró: «Es un uso torticero de la historia de España, del dolor ajeno, de víctimas que nada tienen que ver con los políticos que hoy intentan utilizarlas. Es todo un tanto deshonesto». «Nosotros creemos que la Ley de Memoria Histórica [la del 2007] estaba bien… Pero es cierto que era mejorable el trabajo en la recuperación de restos humanos de las cunetas. Esas cuestiones, evidentemente, son importantes y se deben apoyar. La cuestión es cuando realmente lo que hay detrás de esto no es eso». «Digo memoria selectiva porque se escoge la víctima a proteger. Se protege la memoria de un niño que muere en el bombardeo de Guernica y se prohíbe el homenaje a sus asesinos, a los nazis que bombardearon Guernica, pero no se prohíbe el homenaje al asesino del niño volado en pedazos en Erandio [por ETA en 1991]. Son ellos quienes tienen la carga de la prueba de explicar por qué unos niños sí y otros no. Y si no, están seleccionando. Y si seleccionan, no es memoria democrática, sino memoria selectiva. Y seleccionan en función de la utilidad para ellos. Por eso hay un uso pernicioso del dolor ajeno». «Hay un ataque directo a ese periodo [la Transición]».
En cuanto a la propuesta de extensión del ámbito de la ley hasta el 31 de diciembre de 1983, declara: «Esto es una puñalada del sanchismo a Felipe González. La portavoz de Bildu dijo en la comisión que era franquismo en su concepción más extensa e incluía hasta el año 83. Es decir, considera el primer año de gobierno de Felipe González, del PSOE, como un franquismo extendido»69.
Por último, el diputado del partido VOX Francisco José Contreras en su intervención en el Congreso para oponerse al proyecto de ley afirmó: «Fijar por decreto una interpretación de la Historia e imponerla a la sociedad sirviéndose de los instrumentos coercitivos del Estado es propio de déspotas […] [El proyecto de ley] establece los mecanismos para un constante adoctrinamiento de la ciudadanía en la visión sectaria de la Historia sustentada por el Gobierno […] De eso se trata precisamente: de cimentar en una versión falsificada de la Historia la eterna superioridad moral de la izquierda. El Gobierno quiere ganar votos en el presente y el futuro mediante la tergiversación maniquea del pasado. El objetivo de las Leyes de Memoria es grabar a fuego en las mentes de los españoles la ecuación según la cual izquierda es sinónimo de democracia y libertad y derecha, de fascismo y represión. La esencia de la izquierda es el antagonismo social… Esta ley se basa en la misma perversión: reabrir la división entre rojos y azules que los españoles ya habían superado en las calles y familias unos 20 años después de la Guerra Civil y que fue superada a nivel institucional en nuestra Transición, en la que ambos bandos realizaron concesiones […]
En 2002, con mayoría absoluta de Aznar, el Congreso aprobó una condena del «golpe de Estado del 18 de julio», pero no del golpe fracasado de la izquierda en octubre de 1934, que condujo indefectiblemente al de 1936. Y en la etapa Rajoy, con mayoría absoluta, el PP no quiso derogar la Ley de Memoria Histórica […] Antes de que Vds. prohíban cualquier visión de la Historia distinta de la suya, vamos a darles aquí la nuestra… La radicalización del PSOE fue la causa principal del despeñamiento de España hacia la guerra civil […] Todo culminó en el asesinato por fuerzas de orden público del líder de la oposición Calvo Sotelo […] Lo peor es la jerarquización de las víctimas que se desprende tanto de la acotación temporal —la ley sólo abarca el periodo 1936 a 1978, dejándose fuera los años 1931 a 1936— como de la división de buenos y malos perpetrada por la Exposición de Motivos. Lo cual implica que se podrá honrar a García Lorca, pero no a José Antonio Primo de Rivera... Tampoco podremos recordar ya a todas las víctimas de las luchas internas de la izquierda… Ni los cientos de asesinados por el maquis en los años 40, ni los muertos por la ETA entre 1960 y 1978».
El diputado de Vox terminó pidiendo: «Respeten la paz de los muertos, respeten la verdad, respeten la reconciliación nacional que conseguimos hace más de 40 años y ahora Vds. están destruyendo. No dividan tramposamente a los españoles en buenos y malos para arrancar un mezquino dividendo electoral. Retiren este proyecto de ley»70.
Más allá de las declaraciones al respecto de unos y otros (el PSOE y la oposición política), el problema no parece estar en hacer justicia a las víctimas del franquismo. Poca gente duda de que el régimen del general Franco, vigente en toda España desde 1939 hasta 1975, fue un régimen autoritario en el que —junto a diversos avances económicos y de estabilidad experimentados en la sociedad española— muchos perdedores de la guerra civil sufrieron la muerte, la cárcel, el exilio o apartamiento de sus antiguas profesiones. Parece razonable que los familiares que no conocen el destino de sus parientes ejecutados durante la guerra tengan derecho a hallar los restos de estos y enterrarlos con dignidad en las tumbas de la familia.
El problema está en que no es difícil ver un propósito de manipulación política en la pretensión del PSOE de fijar desde el poder político una única versión aceptable de la historia del siglo XX en la cual ese partido político es presentado como adalid de la democracia y los derechos humanos y sus oponentes en cambio aparecen presentados como herederos de una tiranía sangrienta. Quizá el problema se deba a que, en España, al finalizar la dictadura franquista, no se ha llevado a cabo una verdadera reconciliación nacional basada en la verdad y en el reconocimiento de los crímenes perpetrados por los diversos actores del drama nacional que se vivió durante la mayor parte del siglo XX en nuestro país.
En una democracia cualquiera puede expresar libremente su opinión sobre la historia de su país y el papel de los historiadores es fundamental para entender los diversos sucesos históricos en toda su complejidad. Por otra parte, los totalitarismos del siglo XX han provocado que en algunos de los países que los han padecido el juicio de las democracias que los han sucedido haya condenado sin paliativos los crímenes cometidos y esté prohibido excusar o negar esos crímenes, como sucede en Alemania con los 12 años de dictadura del Tercer Reich.
Nos parece que el caso de España difiere del de Alemania o de otros países puesto que la mitad sociológica del país y diversos historiadores no admiten que se fije por ley el relato histórico de la guerra civil y el franquismo sin explicar verazmente lo que sucedió en los años anteriores y que para ellos fue causa directa de la tragedia posterior.
No parece que sea legítimo que diversos gobiernos del PSOE obliguen por ley a admitir que la II República española fuera una democracia respetuosa con los derechos de todos los ciudadanos con la que acabaron de manera irracional unos militares fascistas aliados con la Iglesia católica. No parece que se pueda prohibir a los ciudadanos y a los historiadores sostener que el PSOE se estrenó en el Parlamento con las amenazas de muerte de su fundador al presidente del Gobierno Antonio Maura, que colaboró con el poder durante los 6 años de la dictadura del general Primo de Rivera, que participó activamente en la política antirreligiosa y sectaria de la II República, que estaban en el gobierno de la República cuando este perpetró la masacre de Casaviejas de 1933, que participó en la organización de la revolución de Asturias de 1934 contra el gobierno legítimo de la República, que en los últimos años de este régimen apostó claramente por ir hacia un sistema comunista no democrático, que la República ya no era de hecho democrática cuando se celebraron las elecciones de febrero de 1936 ganadas fraudulentamente por el Frente Popular y que miembros de ese partido estuvieron implicados en el asesinato de uno de los líderes de la oposición que precipitó la insurrección del 18 de julio de 1936 que dio origen a la guerra civil y, una vez ganada esta por el llamado bando nacional, al franquismo71.
V. Reflexión final
A lo largo de estas páginas nos hemos detenido en dos ejemplos actuales de uso de la historia como instrumento de sistemas totalitarios en el ámbito hispanoamericano y en España. Si bien la leyenda negra española sigue siendo utilizada por diversos totalitarismos —y no sólo por ellos— en Hispanoamérica (Cuba, Venezuela y Nicaragua) con el objetivo de identificar un culpable de los males que padecen distinto a los actuales gobernantes, la llamada memoria democrática está siendo utilizada en España por el PSOE para fijar un relato histórico obligatorio en el cual este partido es el protagonista de todos los avances sociales mientras que la oposición y todo el que se oponga a él es heredero de una sangrienta dictadura que terminó hace ya 50 años.
Parece que la leyenda negra antiespañola ha sido y es todavía útil en Hispanoamérica como «chivo expiatorio» al que culpabilizar de todos los males que sufren algunos de sus países sin que mucha gente caiga en la cuenta de que quizás la situación actual se debe más a la labor de los líderes de la independencia del s. XIX y a sus herederos en los dos últimos siglos que a los tres siglos de virreinatos españoles que dejaron unas sociedades bastante más avanzadas que las que se encontraron al llegar a América nuestros ancestros, que curiosamente también los son de la mayoría de esos líderes hispanoamericanos. Dos siglos después de los procesos de independencia americanos, parece cuanto menos sospechoso seguir echando la culpa a España del atraso de sus países y los atropellos a los derechos humanos causados por sus actuales sátrapas.
Respecto a la memoria democrática, cuando un partido político, que ha gobernado en España durante 6 años en la II República y la guerra civil y casi 30 años de la actual democracia, se arroga la exclusividad del relato de la historia de España durante el siglo XX, podemos hablar de manipulación política con intereses espurios. La historia y menos aún la historia de un siglo tan conflictivo como el XX en España no puede estar en manos de ningún partido político pues es difícil que no aproveche la situación con fines totalitarios. La pretensión de ser el único partido de España con derecho a juzgar las acciones y los hechos de los demás españoles durante décadas del pasado es asimismo totalitaria. En una democracia no puede haber un partido que diga cómo juzgar la historia del país ni quienes son los buenos y quienes los malos. Eso deben juzgarlo libremente los historiadores y los ciudadanos, no el poder político. El interés en mantener viva la memoria de un régimen político que terminó hace 50 años por parte de un partido con 145 años de historia —y no pocos delitos de sangre a sus espaldas— resulta verdaderamente sospechoso y no debería admitirse por el grave riesgo de deterioro democrático que supone.
Conviene por tanto estar alerta ante la manipulación histórica practicada por los regímenes totalitarios o con prácticas totalitarias e impedir que el poder político apruebe leyes que le digan a los ciudadanos cómo deben pensar y juzgar el pasado y el presente. En una democracia, el poder político debe limitarse a garantizar la libertad de pensamiento, información y de expresión, pues si se dedica a limitar esas libertades por motivos políticos está socavando los fundamentos de la democracia y preparando el camino hacia el totalitarismo. No podemos admitir que se instaure en nuestras sociedades democráticas una especie de «ministerios de la verdad»72.
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1 Orwell, G., 1984, Tusquets, Barcelona 1974, p. 262.
2 Economist Intelligence Unit, Democracy Index 2023, en: https://www.eiu.com/n/campaigns/ democracy-index-2023.
3 Autocratic countries ranking, World Population Review, en: https://worldpopulationreview.com/ country-rankings/autocratic-countries.
4 Ministerio de Presidencia y Memoria Democrática del Gobierno de España, Memoria Democrática, en: https://www.mpr.gob.es/memoriademocratica/Paginas/index.aspx.
5 Canaleta, P., La importancia del relato en política, en Relato, revista de Comunicación Política, 2024, Año 3, número 11, p. 79-82.
6 Ibidem.
7 Cota Torres, É., La Leyenda Negra en la frontera norte de México, Editorial Orbis Press, 2007.
8 Juderias, J., La leyenda negra de España (reimpresión edición), La Esfera de los Libros, 2014.
9 Oleson, R. A., La Leyenda Negra del Siglo XX en los Estados Unidos, Revista de Política Internacional (69), 1963, pp. 117-133.
10 Vélez Cipriano, I., Sobre la Leyenda Negra, Encuentro, 2014. Ruiz Rodríguez, I., Desmontando la leyenda negra antiespañola, Dykinson 20023.
11 Keen, B., The Black Legend Revisited: Assumptions and Realities, The Hispanic American History Review 49 (4), 1969, pp. 703-719. Martínez Hoyos, F., ¿De verdad existió la leyenda negra española?, La Vanguardia, 29 de agosto de 2023.
12 Juderías, J., La leyenda negra, (reimpresión edición), La Esfera de los Libros, 2014, p. 24.
13 Marías, J., España inteligible, Alianza Editorial, 1985, p. 202.
14 Arnoldsson, S., Los orígenes de la leyenda negra española, El Paseo Editorial 2018.
15 Ibidem, p. 117.
16 Powell, P. W., La leyenda Negra, Barcelona: Áltera, 2008, pp. 50 ss.
17 Casas, B. de las, Brevísima relación de la destruición de las Indias (1552) en Español Bouché, L., Leyendas Negras: vida y obra de Julián Juderías: la leyenda negra antiamericana. Salamanca 2007: Junta de Castilla y León. García Cárcel, R., La leyenda negra, Barcelona: Altaya 1997.
18 Pérez, J., La leyenda negra, Gadir 2009, p. 99.
19 Ibidem, p. 53.
20 Maltby, W. S. The Black Legend in England. Durham: Duke University Press (1971; primera edición 1968), p. 135 y ss.
21 García Cárcel, R., La leyenda negra, Barcelona: Altaya 1997, pp. 90 ss.
22 Powell, P. W., La leyenda Negra, Barcelona: Áltera 2008, pp. 58.
23 Moradiellos, E., Más allá de la Leyenda Negra y del Mito Romántico: el concepto de España en el hispanismo británico contemporaneísta. En Saz, Ismael, ed. Ayer (Asociación de Historia Contemporánea), 1998 (31), p. 188.
24 Gabriele, P., Il Mezzogiorno d’Italia sotto gli spagnoli : la tradizione storiografica, Firenze 1952: Sansoni.
25 Kamen, H., The Spanish Inquisition: A Historical Revision, New Haven & Londres: Yale University Press (1999, edición revisada; primera edición 1965), p. 313.
26 Pérez, J., La leyenda negra, Gadir 2009, pp. 158 ss.; García Cárcel, R., La leyenda negra, Barcelona: Altaya 1997, p. 71.
27 Pérez, J., pp. 166 ss.
28 Ortego y Gasca, F., La Leyenda Negra/The Black Legend: Historical Distortion, Defamation, Slander, Libel, and Stereotyping of Hispanics, Somos Primos 2008 (104 y 105).
29 Powell, P. W., La leyenda Negra, Barcelona: Áltera 2008, p. 118; Español Bouché, L., Leyendas negras: vida y obra de Julián Juderias, Junta de Castilla y Leon 2007, p. 257.
30 Powell, pp. 145 ss., pp. 155-156; véase también Moradiellos, E., Más allá de la Leyenda Negra y del Mito Romántico: el concepto de España en el hispanismo británico contemporaneísta. En Saz, Ismael, ed. Ayer (Asociación de Historia Contemporánea), 1998 (31), p. 189 y Buchanan, T., British perception of Spain. The impact of the Spanish Civil War on Britain: war, loss and memory, Sussex Academic Press, 2007, p. 5.
31 Hendrik H., Un holandés «distinto»: Johan Brouwer y la historia de España, Revista de Occidente, septiembre de 2006 (304).
32 Powell, P. W., La leyenda Negra, Barcelona: Áltera 2008, p. 149.
33 Ibidem, p. 114.
34 Pérez, J., La leyenda negra, Gadir 2009, p. 112.
35 Powell, P. W., La leyenda Negra, Barcelona: Áltera 2008, p. 114.
36 Ibidem, p. 115.
37 Roca Barea, M. E., Imperiofobia y leyenda negra, Ediciones Siruela, S. A., Madrid 2017, pp. 308-347.
38 Gullo Omodeo, M., Madre Patria, Espasa 2021.
39 Cervantes, F., Conquistadores: una historia diferente, Turner Publicaciones, S.A., 2021.
40 Juderías, J., La Leyenda negra estudios acerca del concepto de España en el extranjero, Junta de Castilla y León 2003.
41 Noya, J., La Nueva Imagen de España en América Latina, Ed. Tecnos y Real Instituto Elcano, 2009, p. 19.
42 Vicente Boisseau, E., Hollywood contra España: cien años perpetuando la Leyenda Negra, Espasa 2022.
43 Gullo Omodeo, M., El relato histórico negrolegendario en la batalla cultural, Araucaria, 2023, 25(52).
44 Straehle, E., El resurgir actual de la Leyenda Negra: entre la historia, la memoria y la política, Pasajes 60, 2020: 43-66.
45 Castro Ruz, F., Discurso pronunciado en el acto de fusión de todas las organizaciones femeninas revolucionarias. Salón-teatro de la CTC, 23 de agosto de 1960. En: http://www.cuba.cu/gobierno/ discursos/1960/esp/f230860e.html.
46 Cruz, M., El Rey se enfrenta a gritos con Chávez en defensa de Aznar: ‘¿Por qué no te callas?’, El Mundo, 10 de noviembre de 2007.
47 Editorial Diario ABC, Maduro blinda Venezuela con el apoyo de Zapatero, 27 de julio de 2024.
48 López Obrador, A., Carta del presidente de México al Rey de España, 25 de marzo de 2019, en: https://www.gob.mx/presidencia/documentos/carta-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-a-felipe-vi-rey-de-espana
49 Villaverde, J., Ortega carga contra España: «Siguen actuando como colonizadores», La Razón, 9 de noviembre de 2021.
50 Boletín Oficial del Estado, Decreto-Ley 10/1969, de 31 de marzo, por el que se declara la prescripción de todos los delitos cometidos con anterioridad al 1 de abril de 1939, 1 de abril de 1969.
51 Partido Socialista Obrero Español., Programa Electoral para las Elecciones Generales de 2004, Objetivos estratégicos de un nuevo ministerio para la cultura y la comunicación.
52 Rodríguez Zapatero, J.L., Discurso de Investidura de José Luis Rodríguez Zapatero, 15 de abril de 2004. En: https://www.lamoncloa.gob.es/presidente/presidentes/investiduras/Paginas/15042004_InvestZapatero.aspx.
53 Boletín Oficial del Estado, Ley 52/2007, de 24 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, 27 de diciembre de 2007.
54 Boletín Oficial de las Cortes Generales, Proyecto de ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, Gobierno de España, 8 de septiembre de 2006.
55 Vidal, C., Los disparates de la “memoria histórica, Libertad Digital, 7 de abril de 2010.
56 Reig Tapia, El debate sobre el pasado y su importancia para el presente, p. 181. En Bornoclwr, W.L., y Maihold, G. (eds), España: del consenso a la polarización. Cambios en la democracia española, Biblioteca Iberoamericana, Vervuert, Madrid 2007.
57 Preston, P., Memoria sin olvido, ABC, 3 de agosto de 2006.
58 A.L.G, Santos Juliá dice que imponer «una» memoria histórica es propio de «regímenes totalitarios», ABC, 29 de julio de 2006.
59 Junquera, N., La promesa que Rajoy sí cumplió, El País 5 de octubre de 2013.
60 Boletín Oficial de las Cortes Generales,122/000157, Proposición de Ley para la reforma de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, 22 de diciembre de 2017.
61 VV.AA., Manifiesto por la historia y la libertad 2017. En: https://s.libertaddigital.com/doc/ manifiesto-por-la-historia-y-la-libertad-41913546.pdf
62 Rodríguez, J.C., Orwell regresa a España: la verdad sobre la Comisión de la Verdad, Disidentia, 15 de julio de 2018.
63 Greiff, P. de, Informe del Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Misión a España», 22 de julio de 2014. En: www.refworld.org.es.
64 Gobierno de España, El Gobierno aprueba el anteproyecto de Ley de Memoria Democrática [Consejo de Ministros/Resúmenes], La Moncloa, 15/09/2020. En: www.lamoncloa.gob.es.
65 Boletín Oficial del Estado, Jefatura del Estado, Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, 20 de octubre de 2022. Incluye corrección de errores publicada en el BOE núm. 32, de 7 de febrero de 2023.
66 Calleja, M., Feijóo entra en la batalla ideológica y reitera su compromiso de derogar la ley de Memoria Democrática, ABC, 6 de octubre de 2022.
67 Ibidem.
68 Ibidem.
69 Casillas Bayo, J., Guillermo Díaz: La Ley de Memoria Democrática es una puñalada del sanchismo al mejor PSOE, ABC, 7 de julio de 2022.
70 Contreras, F.J., Impecable discurso de VOX contra la doblemente infame Ley de Memoria Democrática, El Español Digital, 16 de octubre de 2021.
71 Payne, S. P., El camino al 18 de julio: la erosión de la democracia en España, Madrid: Espasa Libros, 2016.
72 Orwell, G., 1984, Tusquets, Barcelona 1974, p. 11-12.